18/09/2014 10:00:00
Víctor Barrientos, Carlos Santana y su esposa Johanna, y Juan Carreño son los ocupantes de los faros Félix, Punta Dungeness y Evangelistas que celebrarán esta Fiestas Patrias alejados del mundo, sin vino, pero con un cordero al palo, empanadas y mote con huesillo.
"Es un día más de trabajo normal, con el mismo entusiasmo de todos los días, pero con un tono más dieciochero. Vemos la parada militar para ver a nuestros camaradas. Se hace un almuerzo distinto, unas buenas empanadas, una buena cazuela y un buen mote con huesillo para no perder la costumbre. Cambio”.
Al otro lado del teléfono, con una radio, está el cabo de la Armada
Víctor Barrientos, uno de los fareros del
estrecho de Magallanes. Soltero, está a unos
2500 km de Santiago y el lugar más cercano es Punta Arenas, a 300 km. Vive en el
faro Félix, donde pasará estas
Fiestas Patrias con sus compañeros de la Armada.
“El año pasado trajimos un par de volantines, como acá tenemos harto viento y harto hilo. Acá el viento es muy fuerte, casi todos los días tenemos 20 a 30 nudos que es lo más bajo y entre 100 y 120 nudos que es lo máximo. Cambio. Somos puros hombres así que no bailamos cueca acá. Cambio”.
Habitan en
casas con todas las comodidades y los implementos necesarios para un buen pasar. Los fareros tienen la importante misión de
controlar el tráfico marítimo, hacer
observaciones meteorológicas cada tres horas durante las 24 horas del día y realizar la mantención general de la repartición.
Barrientos dice que por el trabajo que desempeña “no se puede tener un vinito ni chicha, así que sanito no más, con puro jugo y bebida. Igual haremos unas lindas guirnaldas. La bandera siempre está izada, porque acá hacemos soberanía, así que siempre estamos bien patriotas por acá”.
La
Escuela de Grumetes de la Armada otorga la instrucción y después se postula a la especialidad. Ser farero no significa estar siempre encerrados en un faro, pues también cumplen otras funciones en la institución como la mantención y monitoreo de las boyas en toda la costa chilena
Punta Dungeness
El sargento
Carlos Santana, su esposa
Johanna Núñez y sus dos hijas viven hace un año y medio –la misión dura dos años, pero puede extenderse- en el faro Punta Dungeness, ubicado en la ribera norte de la boca oriental del estrecho de Magallanes, comuna de
San Gregorio, Región de Magallanes. Fue
inaugurado en 1899, tiene 25 metros de altura y un alcance luminoso de 22 millas náuticas.
“Hay avistamientos de ballenas, que llegan a aparearse entre mayo, junio y julio, están dos o tres meses. También zorros y guanacos se acercan al faro, los pingüinos llegan a anidar en octubre, cerca del faro hay unos 60 mil y llegan a anidar. Los niños la disfrutan, porque esto no se da en la ciudad. Vemos cuando empollan, cuando nacen y cuando empiezan a caminar”, cuenta.
Pero no todo es así. Ser farero implica un sacrificio que don Carlos describe: “Los estudios de mis hijas. Hay que sacarlas del colegio para que puedan estar con nosotros acá. Eso es lo único que puede ser complicado. Nosotros le hacemos clases, después ellas rinden
exámenes libres en Punta Arenas. La esposa de mi compañero le hace matemáticas, nos repartimos los ramos”.
Su esposa Johanna ya tiene asumida este sacrificio, y vive feliz junto a su esposo: “El año pasado nos acompañó la familia de mi marido y un conjunto folclórico. Vivir en un faro es una experiencia que nos ha permitido compartir de una forma distinta a si estuviera en otro lugar”.
-¿Cómo lo pasará este 18, sargento?
- “A pesar de que estamos bastante lejos de la ciudad, estamos a tres horas de Punta Arenas, prepararemos una pequeña ramadita familiar con empanaditas, anticuchos y, por supuesto, unas parrilladas. Este 18 no lo vamos a pasar tan solos, vienen mis suegros de Puerto Montt y una vecinas a visitarnos. Así que vamos a estar acompañados”. El menú no descarta un
asado al palo de cordero magallánico. Junto a su familia baja cada dos o tres a Punta Arenas por dos días para hacer las compras.
“Estamos al sur del sur”
El
sargento Juan Carreño habita en el faro
Evangelistas, ubicado en el Islote Evangelistas, salida occidental del Estrecho de Magallanes. Fue encendido por primera vez el
18 de septiembre de 1896 en honor al ex Presidente Jorge Montt Álvarez. Es un faro habitado, y dice con orgullo. “Es uno de los más característicos y que tomó más tiempo en su construcción. Es un lugar demasiado agreste, es como estar en la luna. Es una roca que no tiene vegetación, no tiene nada”, lo describe.
Al teléfono recuerda dos historias del Evangelista: la del farero que se perdió en las rocas y nunca se supo de él y la del colega que murió por una fuga de gas. “El que no ha pasado por aquí no puede decir que es un farero aún, nosotros le decimos La Roca”, advierte. Este faro es de los más potentes del país, “es como una lámpara de
1500 watts y alumbra hasta 30 millas”, explica.
El sargento a esta hora está celebrando con su familia el “18”, no en el faro, pues al cierre de esta nota contó que lo iban a relevar.
Los tres coinciden en la importancia de estas Fiestas Patrias. “Para nosotros son muy importantes estas fechas, porque aquí estamos ejerciendo soberanía. Nos ponemos muy orgullosos cuando llegan estas fechas y ver a nuestro camaradas desfilando nos llena de orgullo”, dijo el cabo Barrientos.
“Ser chileno para mí es emocionante y satisfactorio, Uno se siente conforme con lo que realiza, que es una labor súper importante, como cuidar la frontera haciendo soberanía. Feliz por eso”, cierra el sargento Santana, que a esta hora disfruta su cordero magallánico. Es el 18 de los fareros de la zona más austral del mundo.