El periodista estadounidense, que tenía 93 años, estuvo a cargo del medio que investigó el escándalo de espionaje que terminó con la caída del presidente Richard Nixon en 1974.
El periodista estadounidense Ben Bradlee, que fue editor del "Washington Post" cuando el periódico reportó el escándalo de Watergate que llevó a la caída del presidente Richard Nixon, murió hoy a los 93 años, según informó el medio. Bradlee estuvo al frente del periódico a partir de 1965 y durante 26 años, en el correr de los cuales hizo que la publicación diera un fuerte giro y aumentara considerablemente su tirada. Una de sus decisiones más destacadas fue publicar notas basadas en documentos del Pentágono. Pero el evento periodístico de mayor repercusión durante sus labores en el "Washington Post" fue sin duda lo que se conoce como el escándalo de Watergate. Los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, que trabajaban para el "Washington Post", investigaron las escuchas realizadas en la sede central del Partido Demócrata, en aquel momento opositor, en momentos previos a las elecciones presidenciales de 1972, en las que Richard Nixon se presentaba por el Partido Republicano. El escándalo de las escuchas ilegales a los demócratas involucró a las filas republicanas y al propio presidente Nixon y finalmente derivó en la renuncia del mandatario en 1974. Woodward y Bernstein recibieron el Premio Pulitzer en 1973. Publicaron el best seller "All the President's Men" y con sus investigaciones llevaron a que el "Washington Post" adquiriera gran renombre. El periódico pasó, de ser una publicación de la capital, a ser un periódico de relevancia nacional que entró a competir con "The New York Times". La circulación del periódico se duplicó cuando Bradlee estaba en funciones. El rotativo destaca este martes la decisión tomada por Bradlee junto con la editora Katherine Graham de publicar información sobre la Guerra de Vietnam en base a documentación del Pentágono. En su momento, la administración Nixon intentó frenar el material, pero la Corte Superma defendió la decisión del "Washington Post" y del "New York Times" de publicar la información. El "Washington Post" recuerda a Bradlee como un periodista de un gran liderazgo y de un fuerte carisma que inspiró a su equipo y fue, "tal vez, el editor más celebrado de su era".