28/02/2013 22:00:00
Estaba ebria y se le ocurrió introducir el paraguas en su nariz, que se adentró 15 centímetro.
Con alguna copa de más, las personas son capaces de hacer locuras de lo más absurdas, pero Jessica Yates, una joven británica de 22 años, se llevó el primer premio a la idea más ridícula. Había salido de fiesta con su amiga Lura Sullivan, y regresaron al hotel en un estado de embriaguez notable. Cuando Jessica se tumbó en la cama y se le ocurrió probar a ver hasta qué profundidad podía introducirse su paraguas en la nariz. El resultado fueron 15 centímetros y una llamada a emergencias, que tuvo que efectuar su amiga. Cuando llegó al hospital, los médicos decidieron cortar la parte restante del paraguas, que había quedado colgando en su cara, para que así el cirujano pudiese extraer el resto. Su veredicto fue que Jessica estuvo a un centímetro de morir, si el paraguas hubiese alcanzado el cerebro, pero también pudiese haber quedado desfigurada y necesitar una reconstrucción facial.
Estaba ebria y se le ocurrió introducir el paraguas en su nariz, que se adentró 15 centímetro.
Con alguna copa de más, las personas son capaces de hacer locuras de lo más absurdas, pero Jessica Yates, una joven británica de 22 años, se llevó el primer premio a la idea más ridícula. Había salido de fiesta con su amiga Lura Sullivan, y regresaron al hotel en un estado de embriaguez notable. Cuando Jessica se tumbó en la cama y se le ocurrió probar a ver hasta qué profundidad podía introducirse su paraguas en la nariz. El resultado fueron 15 centímetros y una llamada a emergencias, que tuvo que efectuar su amiga. Cuando llegó al hospital, los médicos decidieron cortar la parte restante del paraguas, que había quedado colgando en su cara, para que así el cirujano pudiese extraer el resto. Su veredicto fue que Jessica estuvo a un centímetro de morir, si el paraguas hubiese alcanzado el cerebro, pero también pudiese haber quedado desfigurada y necesitar una reconstrucción facial.