11/02/2013 10:10:00
El proceso no permite a los religiosos presentar candidaturas o hacer propaganda, aunque sí buscar el apoyo de sus pares. El sucesor debe obtener los dos tercios de los sufragios y cuando esté decidido saldrá el humo blanco del Vaticano.
![Foto Nota]()
Cuando el Papa Benedicto XVI (85 años) renuncie a su cargo el próximo 28 de febrero, 120 cardenales de la Iglesia Católica menores de 80 años viajarán a Roma para reunirse en condiciones de reclusión y máximo aislamiento en la Capilla Sixtina para elegir a su sucesor. Desde ese día y hasta que se elija al nuevo Papa, la Iglesia ingresará en el período de Sede Vacante, es decir, tiempo que transcurre desde que un Papa fallece o renuncia hasta que se elige a siguiente. El proceso no permite presentar candidaturas o hacer propaganda. Aunque sí, buscar el apoyo de sus pares. Luego los cardenales votan -pueden hacerlo por sí mismos-, modalidad que instauró Juan Pablo II quien abolió la aclamación o compromiso (delegar en uno o más para que designen al nuevo Papa). El sucesor debe obtener los dos tercios de los sufragios y cuando esté decidido saldrá el humo blanco del Vaticano.
El proceso no permite a los religiosos presentar candidaturas o hacer propaganda, aunque sí buscar el apoyo de sus pares. El sucesor debe obtener los dos tercios de los sufragios y cuando esté decidido saldrá el humo blanco del Vaticano.
![Foto Nota](http://grm10img.emol.com/Fotos/2013/02/11/file_20130211104420.jpg)
Cuando el Papa Benedicto XVI (85 años) renuncie a su cargo el próximo 28 de febrero, 120 cardenales de la Iglesia Católica menores de 80 años viajarán a Roma para reunirse en condiciones de reclusión y máximo aislamiento en la Capilla Sixtina para elegir a su sucesor. Desde ese día y hasta que se elija al nuevo Papa, la Iglesia ingresará en el período de Sede Vacante, es decir, tiempo que transcurre desde que un Papa fallece o renuncia hasta que se elige a siguiente. El proceso no permite presentar candidaturas o hacer propaganda. Aunque sí, buscar el apoyo de sus pares. Luego los cardenales votan -pueden hacerlo por sí mismos-, modalidad que instauró Juan Pablo II quien abolió la aclamación o compromiso (delegar en uno o más para que designen al nuevo Papa). El sucesor debe obtener los dos tercios de los sufragios y cuando esté decidido saldrá el humo blanco del Vaticano.