20/01/2013 10:57:00
El general (R) habla de su experiencia en el terremoto de Haití, cuando lideró el manejo de la emergencia mientras su esposa estaba desaparecida. Evita hablar directamente de las decisiones del 27/F, pero dice que la Onemi hoy está mejor preparada.
El 18 de diciembre fue el último día en que Ricardo Toro usó su traje de militar. Luego de 38 años se acogió a retiro y enfrentó el dilema de millones de chilenos: decidir todos los días qué ropa ponerse. La complicación se acentuó hace dos semanas y media, cuando el retirado general y segundo del Ejército, entonces comandante de Operaciones Terrestres, asumió el cargo de director de la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi), uno de los organismos más cuestionados por su respuesta ante el terremoto y tsunami del 27 de febrero del 2010. Las conversaciones para llegar al puesto se iniciaron el año pasado. Su experiencia castrense y su rol en el sismo de Haití, donde estuvo a cargo de la coordinación de la emergencia por su puesto de jefe de operaciones de las Fuerzas de Paz de la ONU, fueron claves. En ese país cumplió una labor crucial, a pesar de que entre las 230.000 víctimas fatales estaba su esposa, María Teresa Dowling. “Tengo empatía con este tema. Mi experiencia de vida me dio una mirada especial”, dice. “El ámbito de la emergencia es un puesto muy complejo, que requiere 24/7, permanentemente preocupado de todo, alerta, ser el que tiene que tomar las decisiones en momentos difíciles. No es fácil. Lo hago por gusto, pero para estar en este puesto uno tiene que sentirse comprometido, saber a lo que viene y tener claro que uno tiene las competencias y capacidades para llevar una institución de la que dependen muchas vidas”, agrega. - Después de 38 años, ¿no pensó en descansar? - Cuando uno se acoge a retiro tiene dos opciones: entrar a una vida más calmada o seguir sobre la misma dinámica. Por formación interna me gusta la acción, tengo mucha fuerza para seguir aportando. Acepté este puesto por vocación, no por necesidad. - ¿Ha sido muy distinto? - Me han preguntado si no me extrañó que ya no me digan “general”. La verdad es que esta organización es tan apasionante que no me ha dado tiempo para pensar ni extrañar lo que hice. Esta organización no tiene el derecho a parar y yo debo aportar para que logremos el estándar que todos queremos. Cuando las medidas son lógicas y tienen fundamento, no traen problemas. Ahora, cuando hay que tomar decisiones y si hay personas que no están de acuerdo, uno tiene que tener la personalidad de hacer cumplir lo que uno estima como correcto, porque finalmente la responsabilidad de la organización es de uno. Para tener este puesto hay que tener mucha vocación y estar convencido: uno no abandona la tropa hasta que se cumple el objetivo. - ¿La Onemi debería funcionar como un buen regimiento? - La Onemi no debería funcionar como un regimiento, sino conforme a los objetivos. El Ejército y la Onemi tienen objetivos distintos. Una situación es el desarrollo de gestión, la estructura de los planes de desarrollo, el potenciamiento de las oficinas regionales, la preparación para pasar a futuro la Agencia de Protección Civil; y otra es cómo la preparo y entreno para la emergencia, con acciones preventivas y en la respuesta ante un hecho. En esta última la forma en que tomo resoluciones, en los comandos que se organizan para tomar decisiones, en la forma en que se analiza una situación específica bajo presión, creo que se parece mucho a un ejército. Ahí, en la emergencia, las cosas están mucho más normadas y se tienen que seguir protocolos. SU MIRADA - En estas dos semanas y media, ¿ha alcanzado a interiorzarse? - Me he preocupado de ver cuál es la situación actual. Me he informado bastante desde que empecé a sentir que podía asumir estas obligaciones. Onemi está organizándose bajo lo último en estándares que se usan en el mundo. Después del terremoto han venido más de once consultores internacionales para ver su estado y establecer recomendaciones. Yo me leí todo eso y tengo una impresión bastante clara de hacia dónde hay que ir. - Tras el terremoto el rol de la Onemi ha sido denostado. ¿Cree que las críticas han sido justas? - Es difícil, porque tenemos que entender que somos el país más sísmico del mundo, pero desgraciadamente no tenemos la mejor oficina del mundo, que es lo que debería ser. En todas las instituciones siempre hay hechos que la marcan para producir un vuelco. Creo que el 27/F remeció a la Onemi para dar un salto más potente. Sufrió un impacto de prestigio, indudablemente, y la misión de los que estamos es revertirla. Creo que a la fecha se ha logrado revertir parte de eso, gracias a la gestión de Vicente Núñez (el renunciado director), de Benjamín Chacana (hoy es subdirector nacional), pero creo que hay mucho más por desarrollar para llegar al estándar que necesitaremos ante una futura emergencia. - Desde el 2010 a la fecha el presupuesto de la Onemi se triplicó. ¿Es hoy la Onemi tres veces más segura? - Se triplicaron por desarrollo de proyectos. Hay algunos que todavía no se terminan y otros que ya tienen los estándares. Nosotros esperamos que cuando se concreten todos sea tres veces más segura, pero esto siempre es evolutivo. Creo que Onemi está en mejor posición que lo que estaba el 27/F, con robusteces claras en telecomunicaciones, con un funcionamiento de los comandos de protección civil y de operaciones de emergencia con más práctica y herramientas; con mejores coordinaciones; con los jefes regionales y nacional con mayor protagonismo en la coordinación de la emergencia. - La extensión, tipo de territorio y el centralismo de las propias regiones, ¿dificultan el trabajo? - La gran tarea ahora es asesorar a los gobiernos regionales, que ahora están mucho más organizados para enfrentar emergencias; y los comunales, que requieren el mayor desarrollo porque ahí es donde todo nace y ellos deben generar la información y las reacciones iniciales. HAITÍ Y CHILE - Su señora falleció durante un terremoto. ¿Cómo traspasa esa situación personal a la frialdad con que hay que atender una emergencia? - Yo tuve que enfrentar una crisis en Haití con mi señora desaparecida. Eso genera empatía por las personas que pierden un ser querido en este tipo de circunstancias. Saqué muchas conclusiones que hoy puedo aplicar. En ese tipo de situaciones uno ve grandezas y bajezas, sistemas que funcionan y otros que no. Ante una emergencia así siempre va a haber gente que va a morir, que va a quedar herida, eso es inevitable. La idea es que ojalá que esas muertes no sean por negligencia de aquellos organismos que tienen la responsabilidad de mitigar este tipo de respuestas. - ¿Cómo traspasa esa experiencia a la Onemi? - A través de las directrices y el establecimiento de procedimientos y sistemas, que yo pude comprobar que son fundamentales, como la coordinación de equipos de salvataje en primera instancia; los equipos médicos; de lo que hay que asegurar; de las acciones preventivas; de todo lo que uno vive cuando está ocurriendo y también lo que uno logra analizar posteriormente. - En el caso de Haití, ¿logró hacer esa separación? - Sí. Muchas veces me pregunté cómo lo hice, pero uno está entrenado para eso, para enfrentar la responsabilidad que asume, independiente de los costos personales que ello involucra… - Pero acá el costo era grande… - Era grande, me afectó mucho, pero hay que colocar los contextos. Si hubiera sido aquí en Chile, perfectamente me habría puesto a buscar a mi señora, porque sabía que estaban todas las otras autoridades. Pero no olvidemos que yo fui prácticamente la única autoridad que se salvó del terremoto de Haití. El edificio de la ONU se derrumbó y murieron todas las autoridades civiles y yo era la autoridad militar de mayor rango que había en el país, por lo que casi en forma natural asumí el liderazgo del terremoto, independiente de las circunstancias familiares que me acontecían. Lo entendí de esa forma, que de la manera en que yo pudiera coordinar todos los medios que llegaban, todo lo que existía, iba a ayudar de alguna manera a encontrar a mi señora. - ¿Nunca se quebró? - Indudablemente que existieron momentos de quiebre, pero la adrenalina de la responsabilidad era tan grande que a uno lo llevaba a seguir avanzando. Esos quiebres eran un desahogo, que a uno le daba más fuerzas para seguir luchando para manejar la situación. Como general preparado, uno no tiene el derecho a entrar en duda y restarse de tomar decisiones en un momento determinado. - A tres años de los hechos, ¿sabe de dónde sacó fuerzas? - Mucho fue del entrenamiento en el Ejército, donde entrenan para enfrentar situaciones complejas, en máximo riesgo. El 2005 ya había estado en Haití, había sido jefe de operaciones en el año más complejo, por lo que conocía el entorno y las circunstancias, lo que me dio experiencia para tomar decisiones. También la obtuve de mi forma de ser. El hombre es su momento y sus circunstancias y tiene que asumirlas como tal, no puede revertir cosas que son, hay hechos que ocurren y la gracia está en cómo enfrentarlos. Ese análisis me permitió mantener una estabilidad acorde a lo que se esperaba en ese momento. En Haití había millones de personas peores que yo, que habían perdido tres, cuatro, cinco familiares. Era un mundo de gente sufriendo lo mismo. - En Chile se cuestionó a la Presidenta Bachelet, a ministros, la Onemi y el SHOA por no decretar la alerta de tsunami el 27/F. ¿Faltó frialdad en ese minuto? - Yo soy una persona que mira positivamente hacia adelante y no quiero mezclar la Onemi de antes con la de hoy. Todo lo que ha salido en la prensa está en un juicio público, por lo que no voy a hacer comentarios al respecto. Lo que sí puedo decir es que la Onemi sí ha asumido las lecciones de lo que le ocurrió. - En un eventual tsunami, con la Onemi actual y las lecciones aprendidas por el país, ¿no volveremos a tener los cerca de 200 muertos y desaparecidos del 27/F? - Yo no puedo asegurar nada en ese sentido, lo que sí puedo asegurar es que se tomaron las lecciones aprendidas. Si de alguna manera hubo problemas para advertir, hoy tenemos otros medios que sí lo permiten y tenemos que seguir mejorándolos, porque todavía no tenemos lo último concretado en todas partes, pero sí hemos hecho evacuaciones, entrenamientos, hemos colocado señaléticas y alarmas, algunos finalizados y otros por ser recibidos. Indudablemente estamos mejor. En educación ahora tenemos una población que está más sensible al tema, que también puede tomar decisiones.
El general (R) habla de su experiencia en el terremoto de Haití, cuando lideró el manejo de la emergencia mientras su esposa estaba desaparecida. Evita hablar directamente de las decisiones del 27/F, pero dice que la Onemi hoy está mejor preparada.
El 18 de diciembre fue el último día en que Ricardo Toro usó su traje de militar. Luego de 38 años se acogió a retiro y enfrentó el dilema de millones de chilenos: decidir todos los días qué ropa ponerse. La complicación se acentuó hace dos semanas y media, cuando el retirado general y segundo del Ejército, entonces comandante de Operaciones Terrestres, asumió el cargo de director de la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi), uno de los organismos más cuestionados por su respuesta ante el terremoto y tsunami del 27 de febrero del 2010. Las conversaciones para llegar al puesto se iniciaron el año pasado. Su experiencia castrense y su rol en el sismo de Haití, donde estuvo a cargo de la coordinación de la emergencia por su puesto de jefe de operaciones de las Fuerzas de Paz de la ONU, fueron claves. En ese país cumplió una labor crucial, a pesar de que entre las 230.000 víctimas fatales estaba su esposa, María Teresa Dowling. “Tengo empatía con este tema. Mi experiencia de vida me dio una mirada especial”, dice. “El ámbito de la emergencia es un puesto muy complejo, que requiere 24/7, permanentemente preocupado de todo, alerta, ser el que tiene que tomar las decisiones en momentos difíciles. No es fácil. Lo hago por gusto, pero para estar en este puesto uno tiene que sentirse comprometido, saber a lo que viene y tener claro que uno tiene las competencias y capacidades para llevar una institución de la que dependen muchas vidas”, agrega. - Después de 38 años, ¿no pensó en descansar? - Cuando uno se acoge a retiro tiene dos opciones: entrar a una vida más calmada o seguir sobre la misma dinámica. Por formación interna me gusta la acción, tengo mucha fuerza para seguir aportando. Acepté este puesto por vocación, no por necesidad. - ¿Ha sido muy distinto? - Me han preguntado si no me extrañó que ya no me digan “general”. La verdad es que esta organización es tan apasionante que no me ha dado tiempo para pensar ni extrañar lo que hice. Esta organización no tiene el derecho a parar y yo debo aportar para que logremos el estándar que todos queremos. Cuando las medidas son lógicas y tienen fundamento, no traen problemas. Ahora, cuando hay que tomar decisiones y si hay personas que no están de acuerdo, uno tiene que tener la personalidad de hacer cumplir lo que uno estima como correcto, porque finalmente la responsabilidad de la organización es de uno. Para tener este puesto hay que tener mucha vocación y estar convencido: uno no abandona la tropa hasta que se cumple el objetivo. - ¿La Onemi debería funcionar como un buen regimiento? - La Onemi no debería funcionar como un regimiento, sino conforme a los objetivos. El Ejército y la Onemi tienen objetivos distintos. Una situación es el desarrollo de gestión, la estructura de los planes de desarrollo, el potenciamiento de las oficinas regionales, la preparación para pasar a futuro la Agencia de Protección Civil; y otra es cómo la preparo y entreno para la emergencia, con acciones preventivas y en la respuesta ante un hecho. En esta última la forma en que tomo resoluciones, en los comandos que se organizan para tomar decisiones, en la forma en que se analiza una situación específica bajo presión, creo que se parece mucho a un ejército. Ahí, en la emergencia, las cosas están mucho más normadas y se tienen que seguir protocolos. SU MIRADA - En estas dos semanas y media, ¿ha alcanzado a interiorzarse? - Me he preocupado de ver cuál es la situación actual. Me he informado bastante desde que empecé a sentir que podía asumir estas obligaciones. Onemi está organizándose bajo lo último en estándares que se usan en el mundo. Después del terremoto han venido más de once consultores internacionales para ver su estado y establecer recomendaciones. Yo me leí todo eso y tengo una impresión bastante clara de hacia dónde hay que ir. - Tras el terremoto el rol de la Onemi ha sido denostado. ¿Cree que las críticas han sido justas? - Es difícil, porque tenemos que entender que somos el país más sísmico del mundo, pero desgraciadamente no tenemos la mejor oficina del mundo, que es lo que debería ser. En todas las instituciones siempre hay hechos que la marcan para producir un vuelco. Creo que el 27/F remeció a la Onemi para dar un salto más potente. Sufrió un impacto de prestigio, indudablemente, y la misión de los que estamos es revertirla. Creo que a la fecha se ha logrado revertir parte de eso, gracias a la gestión de Vicente Núñez (el renunciado director), de Benjamín Chacana (hoy es subdirector nacional), pero creo que hay mucho más por desarrollar para llegar al estándar que necesitaremos ante una futura emergencia. - Desde el 2010 a la fecha el presupuesto de la Onemi se triplicó. ¿Es hoy la Onemi tres veces más segura? - Se triplicaron por desarrollo de proyectos. Hay algunos que todavía no se terminan y otros que ya tienen los estándares. Nosotros esperamos que cuando se concreten todos sea tres veces más segura, pero esto siempre es evolutivo. Creo que Onemi está en mejor posición que lo que estaba el 27/F, con robusteces claras en telecomunicaciones, con un funcionamiento de los comandos de protección civil y de operaciones de emergencia con más práctica y herramientas; con mejores coordinaciones; con los jefes regionales y nacional con mayor protagonismo en la coordinación de la emergencia. - La extensión, tipo de territorio y el centralismo de las propias regiones, ¿dificultan el trabajo? - La gran tarea ahora es asesorar a los gobiernos regionales, que ahora están mucho más organizados para enfrentar emergencias; y los comunales, que requieren el mayor desarrollo porque ahí es donde todo nace y ellos deben generar la información y las reacciones iniciales. HAITÍ Y CHILE - Su señora falleció durante un terremoto. ¿Cómo traspasa esa situación personal a la frialdad con que hay que atender una emergencia? - Yo tuve que enfrentar una crisis en Haití con mi señora desaparecida. Eso genera empatía por las personas que pierden un ser querido en este tipo de circunstancias. Saqué muchas conclusiones que hoy puedo aplicar. En ese tipo de situaciones uno ve grandezas y bajezas, sistemas que funcionan y otros que no. Ante una emergencia así siempre va a haber gente que va a morir, que va a quedar herida, eso es inevitable. La idea es que ojalá que esas muertes no sean por negligencia de aquellos organismos que tienen la responsabilidad de mitigar este tipo de respuestas. - ¿Cómo traspasa esa experiencia a la Onemi? - A través de las directrices y el establecimiento de procedimientos y sistemas, que yo pude comprobar que son fundamentales, como la coordinación de equipos de salvataje en primera instancia; los equipos médicos; de lo que hay que asegurar; de las acciones preventivas; de todo lo que uno vive cuando está ocurriendo y también lo que uno logra analizar posteriormente. - En el caso de Haití, ¿logró hacer esa separación? - Sí. Muchas veces me pregunté cómo lo hice, pero uno está entrenado para eso, para enfrentar la responsabilidad que asume, independiente de los costos personales que ello involucra… - Pero acá el costo era grande… - Era grande, me afectó mucho, pero hay que colocar los contextos. Si hubiera sido aquí en Chile, perfectamente me habría puesto a buscar a mi señora, porque sabía que estaban todas las otras autoridades. Pero no olvidemos que yo fui prácticamente la única autoridad que se salvó del terremoto de Haití. El edificio de la ONU se derrumbó y murieron todas las autoridades civiles y yo era la autoridad militar de mayor rango que había en el país, por lo que casi en forma natural asumí el liderazgo del terremoto, independiente de las circunstancias familiares que me acontecían. Lo entendí de esa forma, que de la manera en que yo pudiera coordinar todos los medios que llegaban, todo lo que existía, iba a ayudar de alguna manera a encontrar a mi señora. - ¿Nunca se quebró? - Indudablemente que existieron momentos de quiebre, pero la adrenalina de la responsabilidad era tan grande que a uno lo llevaba a seguir avanzando. Esos quiebres eran un desahogo, que a uno le daba más fuerzas para seguir luchando para manejar la situación. Como general preparado, uno no tiene el derecho a entrar en duda y restarse de tomar decisiones en un momento determinado. - A tres años de los hechos, ¿sabe de dónde sacó fuerzas? - Mucho fue del entrenamiento en el Ejército, donde entrenan para enfrentar situaciones complejas, en máximo riesgo. El 2005 ya había estado en Haití, había sido jefe de operaciones en el año más complejo, por lo que conocía el entorno y las circunstancias, lo que me dio experiencia para tomar decisiones. También la obtuve de mi forma de ser. El hombre es su momento y sus circunstancias y tiene que asumirlas como tal, no puede revertir cosas que son, hay hechos que ocurren y la gracia está en cómo enfrentarlos. Ese análisis me permitió mantener una estabilidad acorde a lo que se esperaba en ese momento. En Haití había millones de personas peores que yo, que habían perdido tres, cuatro, cinco familiares. Era un mundo de gente sufriendo lo mismo. - En Chile se cuestionó a la Presidenta Bachelet, a ministros, la Onemi y el SHOA por no decretar la alerta de tsunami el 27/F. ¿Faltó frialdad en ese minuto? - Yo soy una persona que mira positivamente hacia adelante y no quiero mezclar la Onemi de antes con la de hoy. Todo lo que ha salido en la prensa está en un juicio público, por lo que no voy a hacer comentarios al respecto. Lo que sí puedo decir es que la Onemi sí ha asumido las lecciones de lo que le ocurrió. - En un eventual tsunami, con la Onemi actual y las lecciones aprendidas por el país, ¿no volveremos a tener los cerca de 200 muertos y desaparecidos del 27/F? - Yo no puedo asegurar nada en ese sentido, lo que sí puedo asegurar es que se tomaron las lecciones aprendidas. Si de alguna manera hubo problemas para advertir, hoy tenemos otros medios que sí lo permiten y tenemos que seguir mejorándolos, porque todavía no tenemos lo último concretado en todas partes, pero sí hemos hecho evacuaciones, entrenamientos, hemos colocado señaléticas y alarmas, algunos finalizados y otros por ser recibidos. Indudablemente estamos mejor. En educación ahora tenemos una población que está más sensible al tema, que también puede tomar decisiones.