07/04/2015 15:51:00
Se trata de HMP Whatton, un establecimiento ubicado en Inglaterra, que vela por la rehabilitación psicológica de los abusadores y de su posterior reinserción en la sociedad.
La BBC tuvo acceso exclusivo a la cárcel que más pedófilos reúne en Europa. Su capacidad es de 741 reclusos, y el 70% de ellos han cometido delitos contra menores, el 30% restante, contra adultos. Son los propios vecinos de Nottinghamshire, en el centro de Inglaterra, quienes lo han apodado como “el palacio de los pedófilos”.
El establecimiento es un gran nivelador de personalidades. Entran todo tipo de criminales que se encuentran en graves estados psicológicos y Whatton intenta rehabilitarlos. Bueno, eso es lo que todas las cárceles debieran hacer, pero en la práctica las cosas no funcionan muy bien. El caso contrario es esta cárcel que se construyó hace 60 años. Con especialistas que no emiten juicios y que logran empatizar con lo desvirtuada que están las realidades de los presos, el centro funciona para lograr una buena reinserción de los reos más despreciados y temidos por la sociedad.
Un poco menos de la mitad de los presos sabe su tiempo de sentencia, la otra mitad no. Por lo que el trabajo de superación personal puede tener un tiempo límite o no, dependiendo de la gravedad de su delito.
Whatton es un centro de tratamiento especializado en rehabilitación, que ofrece una amplia gama de programas para abusadores sexuales, más que cualquier otra prisión en Reino Unido. En cifras, el aumento de presos por delitos sexuales ha subido un 8% en Inglaterra y Gales, donde hay aproximadamente 11.700 de una población total penitenciaria de 85.000.
No hay ninguna cárcel como Whatton en términos de programas rehabilitadores, la mayoría de sus reclusos han reconocido sus crímenes (primer paso de la superación) y están trabajando para abordar sus problemas mentales. Las causas que los han llevado a quedar tras las rejas varían considerablemente. Algunos están por crímenes de contacto físico con niños, como el manoseo, penetración, incesto, violencia relacionada al sexo y hasta asesinato. Pero otros enfrentan cargos por ofensas sin contacto, por ejemplo la descarga o difusión de pornografía infantil.
De acuerdo a Lynn Saunders, directora del establecimiento penitencial, la tasa de reincidencia es sorpresivamente baja: 6% comparada con 50% de la población general de reclusos.
Todos por igual
"No tratamos a los violadores mejor que a la gente que ha abusado de menores, o los culpables de ofensas en internet, porque cada ofensa sexual ha dejado víctimas y ha destruido vidas, no importa contra quién hayan sido, lo importante es que aquí no hay jerarquías", dice Dave Potter, uno de los coordinadores de programas terapéuticos más experimentados.
Los abusadores de menores y los de adultos están mezclados para evitar que haya complicidad entre ellos sobre sus crímenes.
La
BBC habló con un recluso que ha estado en distintas prisiones durante 28 años. Lo condenaron por haber violado a una mujer de 38 años en su propia casa. Reconoció que antes de llegar a Whatton, veía con desprecio a los pedófilos, “pensaba que era el peor crimen que se puede cometer”, dijo, y luego agregó: “Entonces, consideré el crimen que yo cometí, contra una persona adulta. No hay diferencia. El proceso mental es el mismo".
Mike lleva en Whatton siete años y dice que la cultura dentro de esta cárcel es muy diferente: "Nadie te juzga. Ni siquiera el personal, no te miran como basura, y eso es una gran diferencia".
Todos los presos que son abusadores, toman sesiones de terapia individual o en grupos de hasta nueve reclusos, a medida que reconocen cómo tomaron el "camino hacia la ofensa".
"Lo que hacemos en Whatton", dice Potter, "es tratar de hacerles entender el daño que le han hecho a otros, el daño a ellos mismos, y de ver o identificar las señales de alerta, cuando queden libres, de que podrían estar tomando el camino hacia ofender de nuevo".
El medio inglés habló también con Steve, un recluso que acaba de llegar a Whatton, después de abusar de su hijastra.
"Para mí personalmente, cada día es un infierno. Hablamos del remordimiento y la culpabilidad y la humillación por lo que he hecho, no sólo contra mi víctima sino contra mi familia y la comunidad en general, y todo lo que estaba haciendo antes y después", dice entre llantos conmocionados.
"No me queda nada. No tengo en dónde caerme muerto. La pérdida es abrumadora y constante todo el tiempo".
A pesar de que el periodista de la BBC tuvo problemas para empatizar con su dolor, eso es justamente lo que diferencia esta cárcel de otras. “Estamos tratando con personas que no son monstruos", dice la directora Lynn Saunders. "Se trata del padre de alguien, un hijo, un hermano, un vecino, un tío. Cuando hablamos con la gente al respecto y preguntamos: '¿Cómo les gustaría que tratemos a estas personas? ¿Qué les gustaría que suceda con ellas? La gente responde de manera sorpresivamente compasiva. Estamos lidiando con personas con daños severos".
Las piedras en el proceso terapéutico
Emociones negativas como la humillación y la culpa, que manifiestan varios presos como Steve son, según el personal de Whatton, uno de los mayores obstáculos en el proceso terapéutico.
Para paliarlos, los especialistas se concentran en las cualidades y fortalezas de los reclusos. Si se les sube la autoestima y los alejan de los pensamientos negativos de sí mismos, tienen una forma para evitar que vuelvan a ofender en el futuro.
Para muchos ciudadanos esto puede parecer una paradoja, pues quién más que ellos quieren que los presos que cometieron un delito atroz contra un niño o un adulto, paguen con la culpa y el remordimiento constante. Pero en Whatton intentan que los presos integren ese proceso para luego trascenderlo y llegar a una reconciliación personal. En esta cárcel los presos aprenden a perdonarse, y con ello, a rehabilitar su forma de pensar y actuar.
"Mucho del trabajo que hacemos en grupos está dirigido a desarrollar el autoestima de las personas que han cometido la ofensa, porque muchos crímenes sexuales son un resultado directo de baja autoestima. En los grupos tratamos de desarrollar su sentido de lo que valen", dice Potter.
Esto es esencial para la reinserción en la sociedad de los reclusos, ya que eventualmente, muchos volverán a ser parte de la comunidad.
Sin embargo, Potter reconoce que no hay garantías para velar 100% porque un preso liberado vuelva a reincidir, pero que el trabajo terapéutico que hacen en Whatton les dan las herramientas para que razonen y no actúen bajo impulsos desquiciados. Les permiten manejar los riesgos de reincidir y los incentivan a buscar otras motivaciones que los alejen de sus obsesiones mentales.
"Si salen de aquí con el estigma de 'criminal sexual, que no sirvo para nada, que no valgo nada, entonces, ¿por qué no ofender otra vez?' No tendrían nada que perder", concluye Potter.