30/10/2014 16:38:44
Desde 1850 hasta finales del siglo XX, millones de niños fueron removidos de sus familias para ser enviados a trabajar en granjas. Acá te contamos el caso de uno de ellos y la lucha tras una compensación por los daños físicos y psicológicos que el Estado le causó a los infantes.
Christian fue un niño por contrato. Una práctica que comenzó en 1850 y duró hasta finales del siglo XX, donde millones de niños fueron vendidos a granjas para trabajar la tierra y atender a los latifundistas. En 1979, no hace tanto tiempo, la mamá de Christian estaba recién divorciada de un marido golpeador y necesitaba sustento. En vez de ayudarla,
el Estado le quitó a sus dos hijos–de siete y ocho años- y se los llevó a una granja, lejos de ella.
Lo que les sucedió después fue brutal. Fueron recibidos por su “familia adoptiva”, pero sólo estaban ahí para trabajar. Nunca se les trató como parte de un nuevo proyecto familiar, sino que les dio un overol, unas botas de goma y los obligaron a hacer
trabajo forzado. Trabajaban todo el año, antes y después de ir a la escuela y todos los fines de semana.
Si los niños no rendían lo suficiente, se las tenían que ver con represalias como pasar hambre y ser víctimas de violencia física. "Cuando miro hacia atrás veo que pasamos cinco años en los que estábamos constantemente hambrientos", dice Christian. "Había muchas golpizas, bofetadas, tirones de cabello, de orejas; en una ocasión hicieron algo parecido a una castración simulada".
Una vez, el niño tuvo un accidente en el que una horquilla atravesó uno de los dedos de su pie. Tales accidentes nunca eran reportados a su madre o a los servicios sociales; los pequeños tenían que lidiar con ellos sin ningún tipo de protección.
Registros
Los historiadores calculan que hubo millones de casos como los de Christian y su hermano. En un solo año de la década del 30, los registros muestran 30.000 niños que fueron dados a familias adoptivas en Suiza. "Es difícil saber con precisión cuantos hijos por contrato había, ya que los registros se llevaban a nivel local y a veces ni existían", dice la historiadora Loretta Seglias a la
BBC.
Christian sabe bien por qué los llevaron a la granja: "
Creo que se trataba de trabajo barato... éramos rentables", dice. Lo brutal es que estos niños fueron tratados como mercancía. De hecho, a mediados del siglo XX hubo casos en que los niños eran subastados en las plazas de los pueblos.
La historiadora tiene algunas fotos de la práctica. En ellas aparece una pequeña niña de dos años que se muestra limpiando suelos y recogiendo la leche de las vacas. “Algunas veces llegaban a las granjas siendo bebés y a medida que crecían hacían más trabajo", dice Seglias. Cuenta que en su investigación ha encontrado temas recurrentes como la falta de información, la falta de amor por parte de las familias adoptivas y la constante confusión de los niños. "Los niños no sabían qué les estaba pasando, por qué se los llevaban, por qué no podían volver a casa, ver a sus padres, por qué eran abusados y nadie les creía", afirma.
Mentiras y cicatrices
A veces los visitaban trabajadores sociales para corroborar las condiciones de la adopción. En los documentos del caso de Christian, los trabajadores lo describieron como un “niño feliz”, mas él no recuerda ninguna vez donde estuviera a solas con el empleado público.
La salvación llegó en 1985, a sus 14 años, cuando tuvo una inusual visita de su madre. Ella hizo que un doctor revisara a los hermanos y
concluyó que estaban física y psicológicamente extenuados. Por lo mismo, fueron enviados a una institución estatal y liberados de la esclavitud en la granja.
La experiencia dejó una herida latente en millones afectados. Muchos terminaron suicidándose, otros sufren profundos problemas psicológicos, dificultades para involucrarse con otros y con sus propias familias. Christian recién pudo acceder a los documentos oficiales de su caso en julio de este año. No ha podido encontrar muchas respuestas en las más de 700 páginas redactadas por empleados de los servicios sociales. No hay registro de abusos. Sí hay un contrato que mostraba una transacción mensual de sus padres a la familia adoptiva por más de 900 francos suizos (más de $500.000), cosa que nunca fue cierta. El Estado era el que pagaba esos cheques,
pero no hay prueba de ello.
Hace poco, los padres adoptivos de Christian accedieron a recibir a la BBC –manteniendo su anonimato- y rechazaron todas las acusaciones que el hombre les hizo. Insisten que nunca fueron violentos con el niño y que nunca tuvo que trabajar forzadamente… que tal vez durante unas vacaciones limpió los establos. Se negaron a ver a Christian.
Compensación
Hace sólo un par de años que Suiza comenzó a sacar esto a la luz. El año pasado -¡136 años después!- el Estado hizo un pedido de disculpas oficial a los hijos por contrato. Pero las víctimas quieren una compensación, ya que como esto sucedió hace tanto tiempo, ya no es posible presentar cargos contra los victimarios, aunque las autoridades así lo quisieran.
El activista Guido Fluri ya consiguió
100.000 firmas que podrían permitirle hacer un referendo para lograr una compensación. Quiere que se destinen 500 millones de francos suizos (US$530 millones) para los 10.000 hijos por contrato que todavía viven. Fluri dice que no se trata sólo del dinero, sino del verdadero reconocimiento de este gran sufrimiento.
El presente de Christian
Hoy, el antes niño por contrato tiene 42 años, tiene un pasado resentido y una relación con su madre muy quebrada. La sigue viendo pero ambos reconocen que no tienen nada en común. Christian comenta que las experiencias del pasado le dejaron una gran cicatriz: "Uno entiende que es diferente,
pero uno no quiere ser diferente, de algún modo uno quiere ser normal, uno quiere hacer como si esto no hubiera pasado", dice.
La única forma de expresar su vivencia es a través de su profesión actual: el arte. "A mi hermano y a mí nunca nos instaron a poner en palabras nuestros sentimientos, a describirlos, y por supuesto a expresarlos sin miedo. De algún modo sentí que con el arte aprendí a hablar de mis pensamientos, de las imágenes que hay dentro mío y también de las impresiones e imágenes de fuera, así que este camino fue muy muy importante para mí", expresó a la
BBC.